Me llega un mensaje con título claro y provocador, leo este comentario del remitente, alguien bien cabal a quien estimo:
"Hay gente que sabe lo que dice. ¿Quien se atreveria a decir que esto no es verdad?"
,... lo miro por encima, miro quién firma (Daniel C. Bilbao),...
¿Cómo no arriesgarme a, sin acabar de leerlo, copi-pegarlo, meter la pata hasta el fondo, ganarme alguna antipatía (más) sin yo siquiera enterarme? ¡Así vamos :-)!
¿Un ejemplo a no seguir, el de España? ¿Otro, el de quien escribe?
¡Salud!
LA ESPAÑA MUERTA
Lo que hoy llaman "España" es un
cadáver coronado, sentado sobre bayonetas. Hija de la Inquisición y el dogma,
fincó su poder en el fetichismo de Dios y el Rey, religión y política, para
imponer el miedo y la ignorancia y someter al pueblo. El espíritu que habita su
pensamiento actual no está fundado en la renovación de las ideas y el progreso
social, sino en lo más cerril del ideario retrógrado, sostenido a capa y espada
a lo largo de los siglos. El catolicismo hizo de España su tierra predilecta.
"Se preparan las hogueras -dice Quinet en 1844 (1)-, todo
hombre que llame al porvenir será allí reducido a cenizas. Sevilla se
vanagloria de haber quemado ella sola 16.000 hombres en veinte años."
"La España, el español, ha abdicado el pensamiento, su soberanía primitiva,
en manos de la Iglesia y de la Monarquía", escribía Francisco Bilbao
(2) veinte años más tarde. Y agregaba: "la servidumbre intelectual y
moral del pueblo español, impuesta como dogma, ha producido su terrible
historia y decadencia."
El Rey y la Religión exigen obediencia,
por tanto, castigan la disidencia y la herejía. La consecuencia directa son las
persecuciones políticas y religiosas contra quienes pretendan ejercer la
libertad como acto de vida. La servidumbre moral hizo que los pueblos de España
celebraran las hogueras inquisitoriales y colaboraran con ellas. El arrianismo
visigótico estableció las bases de una monarquía teocrática, dogmática e
ignorante, que a su decadencia y posterior conversión al catolicismo le entregó
en herencia todo su bagaje. El historiador Antequera (3) señala que "Recaredo
-célebre rey visigodo-, abjuró la herejía arriana y concedió a los ministros de
la Iglesia una influencia en el gobierno del Estado, que vino a ser en adelante
ilimitada y absoluta". Baste recordar lo que fueron las persecuciones
a los judíos y la caza de brujas. La invasión del Islam provocó una larga
resistencia y su derrota exaltó el patriotismo y el fervor religioso. La
conquista de América, brutal, genocida, fue el éxtasis para la monarquía teocrática.
Lo que llaman España nunca pudo emerger de
esa cueva oscura adonde se arrojó de cabeza, arrastrada por el catolicismo y el
poder de los reyes. Las referencias que hacíamos más arriba son de hace 150
años, pero hoy comprobamos que, tal como entonces, se criminaliza, se persigue
y se tortura a la disidencia; se niegan derechos individuales y colectivos
respetados en otros países; se condena y encarcela por el derecho de opinar; se
amenaza cualquier "herejía" con las Fuerzas Armadas. Al mismo tiempo,
no cuenta ni siquiera con una progresía que se plante para meter a este estado
en la historia del presente. La monarquía, aunque menguado su poder en favor de
la plutocracia de la metrópoli, disfruta de su condición de reaseguro de la
unidad del reino, mientras la iglesia se mantiene imperturbable como regente de
la moral.
Pero esta España está muerta. Y lo sabe.
Lo que no sabe es cómo escaparse del funeral que le aguarda. Intentó una
reconversión que llamó falazmente "Transición", que significó el paso
del franquismo de Franco al franquismo del Partido Popular y del PSOE: lo
llamaron "democracia", usurpando el término. La triquiñuela se agotó.
El rey emblema está en la sala de embarque del pudridero y las
Fuerzas Armadas no consiguen imaginarse cómo podrán contener la llegada de la
Historia. Su razón es anacrónica, fétida. Los aires de libertad que traen los
pueblos son vivificadores. ¿A punta de pistola les impedirán su independencia?
¿Volverán a encender las hogueras? La muerta España, su cadáver putrefacto, ya
no puede detener este viento de libertad que sopla en la península.
Daniel C.
Bilbao
(1) Edgard
Quinet. L'Ultramontanisme. Première leçon.
(2) Francisco Bilbao. El Evangelio
americano. 1864.
(3) Antequera: Historia de la legislación.
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